Una vez que te adentras en el camino, empiezas a experimentar las cosas de manera diferente. Empiezas a darte cuenta no solo de que el ego es el que te hace sentir que tienes razón, que la tienes tú y que eres diferente de los demás, sino que eso te hace sentir mal y ya no lo aguantas ni te produce indiferencia, ahora empieza a incomodar.
Una de las lecciones más importantes que nos brinda el Tao es que nos enseña a ser blandos, a ser flexibles a no controlarlo siempre todo. Una de las lecciones más grandes del Tao es que te dejes llevar por Él.
Consiste en no hacer nada, en llegar a un lugar en el que sólo consientes. En el movimiento de recuperación se dice: abandónate y deja entrar a Dios.
Tienes que permitir que la Fuente que siempre está fluyendo entre nosotros pueda realizar su magia. Esa magia siempre actuará a favor de nuestros intereses si nos rendimos ante ella.
Si puedes dejar de seguir interfiriendo en tu vida y dejar que tu Ser se complete, si puedes llegar a eso, nada quedará sin hacer. Todo lo que necesites ahí estará.
Es un misterio para la mayoría de nosotros porque creemos que tenemos que hacerlo todo. ¿No es curioso que durante los primeros nueve meses de vida tuviéramos todo lo necesario? ¿Por qué no podría pasar lo mismo en los siguientes 90 años de vida?
Porque interferimos.
Como dice el maestro Wayne Dyer no te mueras con la música dentro de ti.
Cuando mueras regresarás a esa fuente y estarás en ese espacio de amor, pero el Tao dice que no es necesario morir para llegar hasta allí. Se puede morir el ego y vivir en ese espacio de amor perfecto mientras sigues aquí.
Esa intensidad, sorpresa, benevolencia y perdurabilidad que definen el salto cuántico que nos guía hasta el cambio, nos indican claramente que volvemos a la Fuente. Empiezas a vivir según el Tao y te conectas con el sentimiento de intención.
La palabra entusiasmo procede del griego “ἐνθουσιασμός” (enthousiasmós) que quiere decir inspiración o posesión divina.
La idea que hay detrás es que cuando nos dejamos llevar por el entusiasmo es un dios el que entra en nosotros y se sirve de nuestra persona para manifestarse.
Cuando sientes pasión, cuando sientes entusiasmo por algo de tu interior, es Dios que te está hablando: “No llegues al final de tu vida teniendo que decir lo mismo que Ivan Ilich: ¿y si toda mi vida ha sido un error”. No se me ocurre peor tragedia.
Sincronías, es como una colaboración con el Destino y serán habituales una vez que el ego deje de ser el motor de tu vida. Empiezas a reconocer que existe una Inteligencia Organizadora y Poderosa que está en todas las cosas, que trabaja contigo y para ti, y que se manifiesta por el simple hecho de estar conectado a tu Fuente. El destino que te parecía impuesto por algo exterior a tu persona deja de ser el motor básico y vital.
Estar conectado a la Fuente. Es casi como si esa Inteligencia Organizadora y Divina, Dios, Tao o como quieras llamarla; es casi como si te dijera que toques la música que has venido a tocar y que Ella te ayudará a superar cualquier lucha o dificultad que se interponga. Ya no será una lucha porque la Fuente te apoya.
En cuanto a la idea de un destino que se nos impone parece que cada uno de nosotros tiene una vocación en su interior.
Se dice que cuando confías en ti, estás confiando en la misma Sabiduría que te creó. Y está ahí para decirnos quiénes somos y qué queremos ser.