El sentido básico de la biología es sobrevivir. Para lograrlo en un entorno en constante cambio, los humanos aprendieron a protegerse, a moverse para nutrirse y a establecer vínculos entre sus semejantes para garantizar la supervivencia.
Nuestras células aprendieron a transformar sustancias del entorno para obtener energía, a guardar la información de todo lo que asimilaban para legarla a la siguiente generación.
Un síntoma o enfermedad nos indica que se ha vivido un impacto conflictivo al que nuestro inconsciente responde con un programa de adaptación. Para comprender el sentido del síntoma, debemos tener en cuenta que nuestras células responden a la información que reciben de un ambiente que no experimentan de manera directa, sino a través del sistema nervioso. Esta información se basa en la interpretación de cómo vivimos la experiencia a partir de los sentimientos y las emociones.
Un impacto conflictivo puede venir tanto de una situación real (“me asfixio por el humo de un incendio”) como de una situación simbólica o figurativa (“me asfixio por una situación”).
Un síntoma o enfermedad es una respuesta de adaptación aprendida por las presiones ambientales que nos han empujado a evolucionar. Se manifiesta en un órgano o tejido que aparece en un momento concreto de la evolución para responder a la necesidad de sobrevivir.
La pregunta que siempre nos hacemos ante una enfermedad es: ¿para qué tengo este síntoma? Podemos comprender el sentido biológico del mismo partiendo del momento en que se hizo este órgano o tejido en la evolución y a qué necesidad tuvo que responder.
Desde la Bioneuroemoción, todo síntoma o enfermedad tiene una utilidad, es un proceso biológico que nos invita a evolucionar.